Del prototipo a la conversión: el método para diseñar con impacto real

En el universo digital, donde cada segundo cuenta y cada clic puede ser decisivo, diseñar no es simplemente embellecer. Eldiseño orientado al crecimiento o Growth Design se ha convertido en un componente clave para transformar ideas en resultados medibles. Desde Figma hasta la conversión final, el objetivo es claro: validar hipótesis reales que conecten con el usuario y mejoren el rendimiento del negocio.
Growth Design: del boceto a la validación
El rol del Growth Designer va mucho más allá de hacer pantallas bonitas. Su misión es crear puentes entre lo que se imagina y lo que realmente funciona. A través de un enfoque iterativo, este perfil convierte hipótesis en experiencias digitales tangibles, testeables y, sobre todo, accionables. No se trata de opinar, sino de generar datos para aprender y evolucionar.
Un buen ejemplo lo encontramos en el trabajo de Product Hackers junto a Hawkers, la reconocida marca española de gafas de sol. En este proyecto, la agilidad y la mentalidad experimental fueron esenciales para avanzar. Porque no siempre es viable lanzar A/B tests: ya sea por limitaciones de tráfico, tiempos o recursos, hay momentos en que hay que apostar por métodos más cualitativos.
Aquí es donde los tests con usuarios (User Tests) se convierten en aliados poderosos. Al observar directamente cómo interactúan las personas con un prototipo, se recogen insights que permiten validar hipótesis de forma rápida y efectiva. El equilibrio entre datos cualitativos y cuantitativos permite iterar con foco, acercándose cada vez más a lo que realmente importa: el usuario.
Diseñar para convertir, no solo para gustar
En el caso de Hawkers, la prioridad fue diseñar experiencias que no solo fuesen visualmente atractivas, sino que también respetaran principios de usabilidad, accesibilidad y psicología del comportamiento. Es decir, que fueran comprensibles, inclusivas y diseñadas teniendo en cuenta cómo piensan y actúan los usuarios.
Gracias a este enfoque, el trabajo conjunto entre Hawkers y Product Hackers consiguió mejorar las tasas de conversión, reducir fricciones en el recorrido del usuario y generar aprendizajes reutilizables dentro del equipo. No se trató de aplicar cambios estéticos al azar, sino de construir con propósito, aprendiendo de cada paso y dejando documentación útil para iteraciones futuras.
En definitiva, testear hipótesis reales implica mucho más que usar herramientas como Figma o Google Analytics. Requiere una mentalidad orientada al aprendizaje continuo, donde cada experimento, por pequeño que sea, aporta valor. Y sobre todo, una cultura que entiende que fallar rápido y barato puede ser la mejor manera de acertar a largo plazo.
¿Quieres conocer en detalle cómo se desarrolló este proyecto y qué aprendizajes dejó?
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