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Pymes cotizadas, pymes más fuertes

Entrar en la Bolsa para crecer. Una verdad demostrada por el incremento del 25,5% de la tasa anual compuesta de la facturación de las empresas de BME Growth en los últimos cinco años, según los datos de cierre del primer semestre de 2024.

Y es que el acceso a una mayor cantidad de recursos financieros permite la inversión en innovación, la mejora de la infraestructura corporativa o la presencia en nuevos mercados, ingredientes esenciales para el desarrollo de una compañía.

De esta manera, cualquier sociedad que tenga ahora mismo en marcha un plan de expansión no debería dudar en ningún momento de pasar a formar parte del club de las cotizadas. Se trata de una manera de diversificar financiación y también de atraer talento: la plantilla de trabajadores de estos negocios ha seguido una tendencia alcista, un 36,7% más de media.

Es, en definitiva, una manera de crecer de manera sostenible y con respaldo y, aunque los beneficios ganan a los retos, es un hito en la historia corporativa que supone una metamorfosis de todo el negocio. Es un paso más en el nivel de gestión y de exposición.

Hacerlo acompañado de profesionales externos

Este proceso de maduración exige que las compañías eleven sus estándares de transparencia, su control interno y gobierno corporativo. Estar en Bolsa requiere de unas obligaciones para las que no todas las empresas están preparadas, sobre todo, las de mediano y pequeño tamaño. Por ejemplo, la presentación de información pública sobre el negocio, un aspecto que suele ser uno de los más difíciles de interiorizar y de llevar a la práctica.

Es decir, las obliga a ponerse en un nivel de profesionalización comparable al de las empresas mucho más grandes. Esta evolución las prepara para atraer inversores y mejora significativamente su eficiencia operativa y la capacidad para tomar decisiones estratégicas.

A priori, puede parecer una barrera que impida dar el paso, pero con el acompañamiento de una consultora de servicios profesionales es posible. Además, tanto la Unión Europea como los propios mercados han realizado importantes modificaciones en los últimos años para que los requisitos en términos económicos, de documentación y de plazos sean más asequibles para empresas de cualquier tamaño.

Otro reto es la pérdida de control. Muchas sociedades pequeñas o medianas en España tienen origen familiar, lo que las lleva a tener una cultura muy personalista de dirigir el negocio, heredado desde la primera generación. En este sentido, los nuevos accionistas pueden exigir cambios en la dirección o en las prioridades más decisivas, a lo que se une la falta de conocimiento financiero.

Asimismo, entrar en el mercado, ya sea continuo o BME, genera y favorece la notoriedad de la organización. En primer lugar, es una oportunidad para el impulso de su imagen de marca y para dar a conocer sus productos o servicios.

Sin embargo, también queda más expuesta ante sus stakeholders, sus movimientos van a ser mirados con lupa y el interés público generará conversación mediática o en redes sociales. Para ambos escenarios, el acompañamiento profesional en la construcción y refuerzo de la reputación de la compañía se vuelve fundamental para generar confianza entre financiadores, clientes, proveedores y agentes sociales. Debe elaborar su propio relato, la historia que refleje su trayectoria de crecimiento, sus logros y su potencial futuro, apoyado en datos financieros sólidos y proyecciones realistas.

Todos nos hemos enfrentado a situaciones nuevas que nos sacan de nuestro ámbito de confort, sin embargo, creo que esto debemos verlo como una gran oportunidad. Estar presente en los mercados de capitales y, por tanto, la supervisión por parte de los reguladores e inversores financieros puede atraer socios estratégicos y oportunidades de negocio.

Y, lo que es más importante, estas empresas no están solas, cuentan con expertos que podemos acompañarlas en el camino.

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