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Mi empresa avanza, pero mi equipo se atasca

He acompañado a muchas personas que lideran negocios en crecimiento. Gente que ha conseguido lo más difícil: que la rueda empiece a girar.

Y cuando eso pasa, una parte de ti cree que ya está, que ahora todo irá sobre ruedas. Pero no. Porque mientras el negocio se acelera… el equipo muchas veces se queda atrás.

No por falta de ganas. Ni por falta de talento. Sino porque simplemente no han hecho el clic que tú sí has hecho como líder.

Y ahí empieza el desgaste: tú con ideas, ritmo, ganas de evolucionar y ellos desorientados, en resistencia o directamente desconectados.

Eso, si no se gestiona, no solo frena el crecimiento. Lo revienta desde dentro.

Si algo he aprendido trabajando con pymes, es esto: el crecimiento del negocio solo se sostiene si el equipo crece con él. Y sí, esto se puede trabajar. Aquí comparto tres prácticas simples y poderosas que ayudan a alinear personas y negocio, y que puedes aplicar desde ya.

1. Vuelve a contarles hacia dónde vais (sí, otra vez)

Como líder, tú tienes claro el rumbo. Pero tu equipo, no siempre. Aunque lo hayas contado. Aunque creas que ya lo saben.

Entre las urgencias diarias, los correos pendientes y las mil microtareas, es muy fácil perder el foco. Cuando el equipo no entiende el “para qué” de lo que hace, el compromiso se apaga. Y entonces, por muy buenas ideas que tengas tú, la ejecución se resiente.

Qué hacer: Reúne a tu equipo. No para hablar del día a día, sino para reconectar con la visión. Explica el momento actual del negocio, hacia dónde vais, por qué ciertas decisiones se están tomando. Hazlo desde la transparencia y sin filtros de “cosas de dirección”. Y, sobre todo, escucha.

2. Abre la conversación generacional

En un mismo equipo puedes tener a alguien de 25 que piensa en innovación, a alguien de 40 que piensa en resultados, y a alguien de 60 que piensa en estabilidad.

El conflicto no viene por la edad. Viene porque nadie habla de estas diferencias. Y lo que no se habla, se interpreta. Y lo que se interpreta, suele generar tensión.

Qué hacer: Plantea una conversación abierta donde podáis compartir cómo cada uno entiende el trabajo: qué esperan, qué les cuesta, qué les frustra. Sin juicio. Solo escucha.

Después, construid juntos algunas normas comunes de funcionamiento. Qué significa trabajar bien, cómo se toman decisiones, qué se espera de cada rol.

3. Limpia lo que sobra

Muchas veces, el equipo no está desmotivado. Está saturado. Haciendo tareas que no tienen sentido, procesos que nadie cuestiona, informes que nadie lee.

Eso desgasta, desconecta y bloquea.

Qué hacer: Revisa con el equipo qué se está haciendo. Qué aporta, qué no. Qué puede eliminarse, delegarse o automatizarse.

La mayoría de equipos arrastran tareas heredadas que ya no aportan nada, pero que siguen haciéndose por inercia.

Si el equipo se alinea, el negocio acelera.

Un equipo alineado no significa que todos piensen igual. Significa que todos reman en la misma dirección, entendiendo por qué lo hacen y cómo lo hacen.

Y eso solo ocurre si tú, como líder, generas ese espacio.

Estas tres claves no son teoría. Son prácticas reales que han cambiado la dinámica de equipos con los que trabajo.

Y no hace falta que empieces por todo a la vez. Con que elijas una y la apliques con constancia, ya empezarás a notar el cambio.

Porque no se trata de correr más. Se trata de avanzar juntos.

Ivette Castro es psicóloga ejecutiva y especialista en liderazgo intergeneracional.

Acompaña a líderes y equipos de pymes a convertir la diversidad generacional en una ventaja competitiva real.

Más en www.soyivettecastro.com

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