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Blindar el correo corporativo: una urgencia que el mundo empresarial no puede seguir ignorando

En el ecosistema emprendedor, donde la agilidad, la confianza y la eficiencia son moneda corriente, el correo electrónico sigue siendo la herramienta más utilizada —y paradójicamente, una de las más vulnerables—.

A diario, millones de correos fluyen entre empleados, socios, proveedores y clientes. Pero en esa misma frecuencia se esconde una amenaza creciente: el robo de cuentas de correo corporativo y su uso como puerta de entrada para ciberataques.

Según el reciente Informe sobre Amenazas del Correo Electrónico 2025 de Barracuda Networks, el 23% de los archivos HTML enviados por correo electrónico contienen algún tipo de amenaza. Este dato no es menor. Refleja una tendencia en alza: los atacantes ya no solo apuestan por técnicas burdas, sino que sofistican sus métodos para camuflar el peligro dentro de documentos aparentemente inofensivos.

El panorama se torna aún más inquietante cuando se observa que el 68% de los PDF maliciosos y el 83% de los archivos de Microsoft Office con malware incluyen códigos QR que redirigen a sitios de phishing.

Incluso estafas ya conocidas, como las extorsiones en bitcoin, siguen vigentes, representando el 12% de los PDF con contenido malicioso. ¿Por qué funcionan aún estas tácticas? Porque las empresas, especialmente las pequeñas y medianas, siguen cometiendo errores básicos de seguridad.

Uno de los más frecuentes es la falta de autenticación adecuada en los dominios corporativos. Casi la mitad de los dominios analizados no cuenta con DMARC, un protocolo clave y básico para evitar la suplantación de identidad y que debiera ser de obligado cumplimiento.

Esta omisión deja la puerta abierta para que los ciberdelincuentes suplanten correos legítimos y ganen la confianza de sus víctimas con facilidad.

Otro error común es subestimar el valor del factor humano. La mayoría de los ataques que logran su objetivo no lo hacen por una falla técnica, sino por un descuido: un empleado que abre un archivo sin verificar su procedencia, un enlace que parece confiable o un correo que imita a la perfección el tono de un superior. En este contexto, la confianza, mal gestionada, puede ser el eslabón más débil de toda la cadena.

Las consecuencias para una pyme tras un ataque de este tipo pueden ser devastadoras: desde el robo de datos sensibles hasta pérdidas económicas, pasando por un daño reputacional difícil de revertir. A diferencia de las grandes corporaciones, que cuentan con equipos especializados y protocolos robustos, muchas pymes operan con estructuras reducidas y sin estrategias claras de ciberseguridad. Y eso las convierte en blancos fáciles.

¿Qué hacer entonces? La respuesta pasa por adoptar un enfoque integral que combine herramientas, protocolos y cultura organizacional:

  1. Fortalecer la detección temprana de amenazas, con soluciones que analicen los mensajes en tiempo real y detecten patrones sospechosos, incluso en archivos o enlaces aparentemente legítimos, así como comportamientos que puedan ser sintomáticos de usuarios comprometidos. Utilizando para ello, entre otras herramientas, analisis en profundidad mediante Inteligencia Artificial.
  2. Implementar protocolos de autenticación robustos, como SPF, DKIM y especialmente DMARC, para asegurarse de que solo fuentes autorizadas puedan enviar correos en nombre de la empresa. Y dotarse de herramientas de monitorización que permitan controlar a lo largo del tiempo la evolución de DMARC y su adaptación continua a las necesidades de la organización
  3. Formar y sensibilizar al equipo de manera continua. Todos los empleados, sin importar su rol, deben estar capacitados para reconocer señales de alerta, reportar incidentes y evitar caer en trampas de ingeniería social.
  4. Dotarse de herramientas que faciliten la reacción y respuesta en caso de incidente ya que disminuyendo los tiempos de reacción podemos minimizar de forma destacada los daños de una posible intrusión
  5. Implementar soluciones de XDR (eXtended Detection and Response) que permitan a la empresa contar con un SOC 24×7 capaz de analizar toda la información y logs procedente de los distintos elementos de la red para, mediante inteligencia artificial y análisis humano, ser capaces de detectar en tiempo real los primeros pasos de un ciberataque y neutralizarlo antes de que cause mayores daños.

Blindar el correo electrónico corporativo ya no es solo una responsabilidad del área de IT. Es una decisión estratégica que impacta directamente en la continuidad del negocio y en la imagen de la empresa ante sus clientes y aliados. En un entorno donde cada mensaje puede ser una amenaza encubierta, proteger el canal de comunicación más utilizado es, simplemente, proteger a la empresa.

Las organizaciones que integran la ciberseguridad como parte de su cultura, no solo estarán mejor preparadas para enfrentar los riesgos digitales, sino que también ganarán en competitividad, confianza y resiliencia. Porque en el mundo de los negocios de hoy, prevenir es mucho más rentable que lamentar.

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